domingo, 12 de junio de 2016

“Locos de amor” de Frank Pérez Garland o “Érase una vez la taquilla”

Es un evidente mecanismo de racionalización disertar acerca de una película en particular, y el influjo objetivo en base a referencias puntuales y a una cognición o información precisa colinda con un flujo subjetivo inexorable en base a prejuicios cognitivos y peculiaridades psíquicas.

“Locos de amor” es un producto predestinado a ser un estallido taquillero:

Tenemos por un lado el acabado límpido respecto a lo técnico que es propio de “Tondero” y a un grupo de actores y actrices que bordean la factura interpretativa estándar y que son garantías comerciales por ser arquetipos de catálogo, y por otro lado un valor agregado respecto a la inclusión de canciones muy conocidas, es decir, baladas de antaño que fungen de prolongaciones literotextuales y metatextuales, y que se circunscriben en el género denominado comedia romántica musical, dicho también un género explotativo que afianza más o menos un carisma estético de pulso firme.

Modelos o paradigmas estilísticos para la concepción de este eufemismo fílmico : “Grease” de Randal Kleiser, “Everyone Says I Love You” de Woody Allen, “La Vida Es Una Canción” de Alain Resnais y “Mamma Mía” de Phyllida Lloyd.

El elenco es básicamente cumplidor, con énfasis histriónico en Lorena Caravedo, Carlos Carlín, Gianella Neyra y Jimena Lindo, y con énfasis musical en Rossana Fernández Maldonado, y el sonido y la musicalidad son casi impecables; entonces tenemos un fórceps conceptual que exhorta a un espectador analítico a que infiera que aunque la película no trasciende resulta un entretenimiento aceptable.



Por: Alberto Angulo Chumasero. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario