miércoles, 5 de diciembre de 2012

Homenaje al Critico de Cine Juan M.Bullita: El Cìrculo Rojo, de Jean Pierre Melville.

Por : Juan M.Bullita (*)


“Melville o el espíritu de contradicción. Sacralizado , con Bresson y Astruc, padre de la nueva ola, este padre terrible afirma haberlo visto todo, saberlo todo, inventado todo o reinventado antes de todo el mundo: El film de presupuesto reducido, el autor-productor, el blanco y negro, el gris, la cámara vagabunda, el comentario en off, Decae y Belmondo, y no obstante él sostiene que nunca todavía ha logrado un film. Gran admirador del cine americano  de la preguerra, productor, poeta y técnico, su sueño es hacer un dìa la música de sus films, ser el màs completo de los autores completos” (1).



Tal vez los primeros exègetas de su obra se dejaron arrastrar por esa personalidad brillante, segura de sì, desconcertante. Melville era una especie de genio maldito para la gente de la revista de cine Cahiers du Cinema , cuando èste había abordado Cocteau y la adolescencia con “Les enfants terribles”; el temperamento y personalidad de este realizador fascinaban a quienes perseguían con fervor las pocas vetas de creatividad cinematográfica , inospechable, de independencia estètica, de amor por el cine en el yermo panorama del cine francés. Melville conocía mejor que sus jóvenes admiradores el cine americano de los años 30 y 40 , no tenía reparos en aceptar ser alineado entre los francotiradores del cinema de autor, aunque desde siempre cultivaba una indeclinable admiración por la perfección estilística ( del raccord sobre todo), del cine americano, por su vigor y homogeneidad .

Ahora , cuando Melville acaba de repetir el éxito de “Cara de Ángel” con “El cìrculo rojo” , todos han cambiado en Paris. Son otros los vientos que soplan, y mientras Melville se repliega en la soledad perfecta de sus últimas películas los francotiradores de la crìtica de ayer, andan por allì desperdigados, rompiéndose , cada quien a su manera, por hacer un cine valioso y personal, mientras que sus jóvenes reemplazantes , parapetados en “Cahiers”, desprecian en nombre de una sectaria teorización estructuralista – marxista todo el cine “Bien hecho”, por cierto por razones bien distintas que las que esgrimieran, para atacar lo mismo , la primera y segunda generaciònn de la revista fundada por Doniol-Valcroze, Labarthe , Lo Duca y Bazin.

(*) Revista Hablemos de Cine 61-62, Setiembre, Octubre, Noviembre, Diciembre 1971.

(1) En "Jean Pierre Melville" , por M.Petris, en Diccionnaire du Cinema, Editions Universitaires,1966. 

(2) Si hay un sentido religioso en su cine este se expresa màs como una religiòn de las formas o como una trascendencia curiosamente orientalista.

(3) Decae es igualmente brillante con otros directores aunque el vèrtigo del manierismo lo persiga cuando encuentra campo libre para ello; El Ladròn, de Louis Malle por ejemplo.

(4) El robo en sì, sin embargo, constituye el punto dèbil del film pues Melville , siempre tan fiel a no dislocar las perspectivas genèricas, se ha visto obligado a asumir la mecànica de esta trabajada situaciòn en una forma que inevitablemente suma su neutralidad a la serie inacabable que remotamente populariza en el cine. "Rififi" (Jules Dassin) ; y en cuanto al gesto, orgulloso de Montand  de demostrarse a sì mismo su recuperaciòn disparando al blanco con el fusil a pulso me parece excesivo e indigno a su decadencia (Dean Martin en "Rio Bravo" evidentemente) porque aquel hace ostentaciòn de su recuperaciòn con un vaso de whisky y una botella cuando no pone en peligro a nadie. Melville debiò aprender de Hawks. 

(5) El Delon, guapo del 1900 metido a ganster , està superado desde dentro de ese esquema de fijaciòn cinematogràfica, y tiene aquì como en "Cara de àngel" sus màs felices incursiones en la pantalla, junto a "Rocco y sus hermanos" . Bourvill està transformado admirablemente en un sòlo film, poco antes de morir, recupera la dignidad que dilapidarà en tanto papel reaccionario de campesino idiotizado. Volontè trasciende su esquematismo y Montand està a la altura de sì mismo  y sin el excendente de su sufriente conciencia intelectual o social en la que se està encerrando ùltimamente.

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